La pobreza urbana

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jueves 11 de julio de 2013

Uno de los problemas sociales más complejos de abordar y de intentar resolver es el de la pobreza, especialmente para los países de economías emergentes o en desarrollo. México no es la excepción. La complejidad radica en que el tema tiene diversas aristas, desde las políticas económicas hasta las políticas de género.

El campo mexicano desde hace décadas ha sufrido las consecuencias del descuido y de las políticas públicas ineficientes para promover un desarrollo integral de la agricultura y quienes a esas actividades se dedican. El tema de la pobreza en las áreas rurales ha sido objeto de estudio y análisis por los especialistas, sin embargo, la pobreza urbana ha crecido de manera importante en los últimos 30 años en nuestro país.

Gerardo Ordóñez Barba, investigador del Departamento de Estudios de Administración Pública de El Colef y coordinador del libro: La pobreza urbana en México, nuevos enfoques y retos emergentes para la acción pública (El Colef, 2012), nos explicó en entrevista que son muchos los programas que se han realizado en los últimos años para atacar el problema creciente de la pobreza, tanto urbana como rural, en el país. Sin embargo, consideró, no han sido 100% efectivos en su objetivo y alcance.

Hay tres grandes enfoques desde donde el gobierno ha intentado superar la pobreza, uno es el que se concentra en el desarrollo de capacidades, programas como Oportunidades, que proponen estrategias de intervención y buscan romper con el ciclo de la reproducción intergeneracional de la pobreza a través de apoyos enfocados a mejorar las capacidades de las personas. Se les otorgan becas y conllevan “corresponsabilidades” las cuales incluyen llevar a los menores al médico, a la escuela, entre otros. Este enfoque se diseñó bajo la premisa de que los hijos de las familias en pobreza superen esa condición y no se siga transmitiendo, lo cual, desde la perspectiva del Dr. Ordóñez es muy cuestionable.

Por otro lado, el segundo gran enfoque es el del tema productivo, que se concentra en desarrollar empresas, cooperativas, micro-negocios tales como el de los “changarros” con Vicente Fox. Pretende apoyar a las familias para abrir sus negocios y sustentar su economía. El tercero es el del mejoramiento del entorno urbano y acceso a los servicios de agua y salud, mejorar la infraestructura urbana, incidir en la participación social, etcétera. Este último es el que más se ha aplicado al combate de la pobreza urbana en particular.

La pregunta es: ¿Han generado resultados positivos estos programas?, según el autor, la respuesta es no, ya que en los últimos años, del 2006 al 2010 los indicadores de pobreza indican que hay 12 millones de personas en dichas condiciones. La relación entre crisis económicas y el aumento en los niveles de pobreza se encuentran intrínsecamente relacionados pues en la del 94-96 se elevó a 17 millones y en la de 2007-08 a 12 millones. Esto indica que los programas destinados a la disminución de la pobreza no generan condiciones adecuadas para que las familias superen su vulnerabilidad en situaciones económicas negativas.

Las crisis económicas, indica el investigador, golpean de manera frontal a las personas y familias en situación vulnerable pues si hay pérdida de empleos, por ejemplo, no cuentan con un seguro para sortear la situación y recaen en condiciones de pobreza. Si el ambiente económico es positivo, por el contrario, los programas funcionan pero de manera limitada o a corto plazo.

¿Cómo solucionarlo? ¿En qué estamos fallando? Ordóñez considera que más allá de la pobreza, el problema de raíz es la desigualdad, la cual es un freno, un “dique” a cualquier avance, programa, iniciativa o política pública encaminada a reducir o afrontar el tema de la pobreza. Si no hay un mejoramiento en la cuestión de la desigualdad y redistribución del ingreso es inútil pensar en soluciones efectivas y/o a largo plazo.

En México tenemos niveles de desigualdad similares a los de algunos países africanos, lo cual para una economía en desarrollo como la nuestra, es alarmante. La redistribución del ingreso es fundamental para disminuir la desigualdad, pues sin ello, la lucha contra la pobreza no tendrá los efectos que se requieren y mucho menos en situación de incertidumbre económica. Y si a estas condiciones le sumamos que la economía es inestable, las condiciones no se vislumbran positivas.

Sin embargo, aunque la problemática se conoce bien, no se hace mucho esfuerzo por solucionarla. El Dr. Ordóñez mencionó que una manera de abordarla es mediante el incremento a los niveles salariales, elevar la capacidad de compra, pues en los últimos 25 años se ha perdido el 70% del poder adquisitivo de los mexicanos. Añadió que para que esto suceda la voluntad política de todos los actores y agentes económicos es el factor principal, deben realizar un pacto nacional serio en donde se concienticen de que la situación como se encuentra ahora no va a ayudar a nadie, ni a los grupos de poder, ni a los ciudadanos comunes.

México, desafortunadamente, se encuentra entrampado en una serie de intereses de grupos económico-políticos que no han mostrado interés en dar el salto cualitativo para mejorar las condiciones del país de manera integral para establecer un proyecto de nación con oportunidades de integración y desarrollo de las capacidades de las personas.

La pobreza urbana en México, nuevos enfoques y retos emergentes para la acción pública (El Colef, 2012), se encuentra disponible a través del portal www.colef.mx/publicaciones

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