La ciudadanía se construye en la libertad de los individuos, mientras que la violencia determina la ciudadanía. Sin embargo, el concepto de ciudadanía en un principio no significó lo mismo para hombres y mujeres, sino que se hizo una división sexual entre el espacio público (el trabajo, la participación política y la participación social), y el espacio privado.
“El espacio privado era el de las mujeres y en este espacio no llegaban los derechos”, por lo que las mujeres fueron excluidas de los derechos políticos y de la participación política, como votar. Sin embargo, esta se ha ido cambiando con luchas civiles y de ciudadanía. Así declaró la Dra. Dolors Comas en su participación “Violencia de género en el ámbito urbano” en las instalaciones de El Colef Tijuana.
La Dra. Dolors Comas, formada como antropóloga social, se ha dedicado a los temas de frontera y a investigar sobre las vidas de las mujeres y las políticas públicas que facilitan o no los derechos de las mujeres. Como parte de su reflexión académica e intervención política, ha sido regidora y diputada del Departamento de Cataluña.
Comas afirma que la ciudadanía de las mujeres sigue siendo limitada por la política. «La ciudad es el espacio donde por excelencia se pueden ejercer los derechos de ciudadanía, y las mujeres no tienen los mismos derechos de ciudadanía que los hombres sino que los tienen incompletos».
Explicó que las desigualdades que sufren las mujeres por el hecho de serlo son un tipo de violencia al que se le debe hacer frente con políticas públicas y sociales que tengas eco en la vida pública y privada. Estas desigualdades, declaró, tienen una doble dimensión, vinculada a una realidad sociopolítica; una, la estructura socio económica, que las mujeres ganen menos que los hombres; y otra, el orden cultural, que refiere a la construcción social de lo femenino y lo masculino, que en la realidad da más valor a lo masculino que a lo femenino, y las inferioriza.
“Hay que cambiar estructuras sociales pero también estos modelos de comportamiento. La violencia a las mujeres es un hecho no natural, sino una condición sociopolítica”, explicó. Siendo el género algo culturalmente aprendido, en función de esas habilidades aprendidas desarrollamos relaciones de poder desiguales. “Cuando hablamos de perspectiva de género, hablamos de la relación desigual entre hombres y mujeres”.
“La violencia es una construcción, y se da de muchos tipos, pero ha cambiado históricamente qué consideramos violencia y qué no”. La violencia que se da dentro de los hogares era considerada normal por no ser visible, por lo tanto, hacerla visible ha sido una parte de la lucha de las mujeres para poder combatirla. Sin embargo, a pesar de que la noción de violencia vaya cambiando, no consideramos la violencia interiorizada porque no la vemos. “Cuando se vio este tipo de violencia, se le llamó violencia doméstica o violencia familiar. Esto ilustra las bases estructurales de desigualdad en toda violencia. La violencia contra las mujeres tiene esta base”, declaró.
“El control del cuerpo de las mujeres (la procreación, la sexualidad) se da por parte de alguien que sí lo tiene”. El patriarcado, como el poder de los hombres sobre las mujeres, no siempre es percibido fácilmente, ya que está en la estructura y es ejercido por parte de las instituciones políticas y morales, que establecen normas y políticas públicas, explicó la Dra. Comas. Tales instituciones definen la norma del uso de anticonceptivos, de las decisiones sobre el cuerpo y de las tradiciones, lo cual es llamado por Foucault como biopolítica o, ahora, el gobierno de la reproducción.
Las políticas para cambiar esas normas de control ha sido posible por la lucha de las mujeres que denuncian y exigen. “Hay muchos y muy diversos grupos de mujeres, pero se deben formar plataformas unitarias”, agregó. Otro factor importante ha sido el compromiso político, por el cual un tema público se vuelve un tema de Estado. También ha ayudado el compromiso de los medios de comunicación hacia la lucha de violencias de género, el cual es posible gracias a la sensibilización ciudadana.
Queda pendiente construir un modelo de ciudadanía plural y diverso “que exprese las necesidades humanas y que sume las experiencias y sabiduría de las mujeres”, afirmó. Los cambios en la vida de las mujeres cambian la vida de los hombres, pues la lucha por la ciudadanía es por aquellos que tienen sus derechos lesionados, concluyó.