Jóvenes fronterizos en las aulas

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jueves 12 de septiembre de 2019

El presente artículo reúne opiniones y aportaciones de la comunidad académica de El Colegio de la Frontera Norte, con el propósito de presentar  una variedad de hipótesis, relacionadas con la juventud fronteriza y la deserción escolar. Como constante a evidenciar son las relaciones transfronterizas, debido a que éstas se han encargado de maquinar procesos económicos, culturales y sociales, sobre la región, mismos que afectan tanto a quienes cruzan (legal o ilegalmente), como a otros, cuya imagen de la frontera es una gran barrera que asedia. 

LA CONFIGURACIÓN SOCIAL

El Dr. Salvador Cruz, El Colef, esclarece el panorama de los jóvenes en Ciudad Juárez a través del artículo “Violencia y jóvenes: pandilla e identidad masculina en Ciudad Juárez”. A inicios de la segunda década del milenio, en la región fronteriza la cultura delictiva sostuvo un escenario terrorífico. El escenario del juvenicidio. A fuerza de estragos hicieron del 2008 al 2010 años violentos.

A través de una escala microsocial, la configuración de la masculinidad (jóven) busca legitimar su poder por medio de la violencia, detonando una condición que vulnerabiliza a hombres jóvenes y pobres, p. ej; quienes más fácilmente tienden a abandonar la educación básica, o a quienes su condición obliga a la nula posibilidad de estudiar un nivel superior. Ahora bien, las condiciones de marginación en el barrio o la comunidad, o el constante desplazamiento afuera o al interior de él (como resultado de un proceso de desterritorialización), enmarcan los casos en donde la identidad y el estigma han conformado una cultura de violencia.

A una escala macro, en Ciudad Juárez (p. ej; así como es el caso de otros sitios con dinámicas fronterizas sobresalientes y símiles), un panorama como éste es consecuencia natural a factores geográficos de antaño que se deben al circuito de droga, y a la trata de personas, hacia Estados Unidos. En casos más específicos, la pertenencia a familias en el límite fronterizo, que generacionalmente practican alguna de éstas actividades delictivas, vulnerabiliza a las y los jóvenes, a quienes se obliga a perpetuar “una tradición, una práctica” (Cruz, 2014), optando por olvidarse de su preparación escolar, a consecuencia de una persecución ciega por la riqueza -en mayor medida, se persigue sobrevivir-, que enturbia su juicio (en el caso de la juventud delictiva), o configura en decaimiento a la población más marginal. Ésta, por ser la realidad de ya tantas generaciones, es orden y razón causal a la “violencia social agigantada”. 

Al respecto un estudio realizado por el Dr. Pedro Paulo Orraca Romano (Crime Exposure and Educational Outcomes in Mexico, 2018), advirtió sobre los efectos negativos que la exposición a saturadas impresiones en torno al alto ejercicio de violencia recrean, enfatizando la relación entre los altos niveles de homicidios y su afectación sobre la tasa de reprobación en alumnos cuya escolaridad no rebasa la secundaria. Comprobó que ésta consolida motivantes e indicadores de la deserción. 

El investigador señaló que entre estudiantes es común la disminución de horas destinadas a la asistencia a clases, respecto al tiempo al que se ven expuestos, poco a poco, a la cotidiana manifestación de crímenes tan graves, entre ellos el homicidio. Es así como se ven acrecentadas las posibilidades, y destinadas las condiciones, para que más jóvenes apropien las preferencias identitarias de quienes controlan los grupos delincuenciales, o sufran a causa de la influencia y dominación que ejercen sobre su comunidad. 

A través de esas experiencias cotidianas y violentas, finalmente rechazan (a base del contagio a través de sus padres, o en reconocimiento de otros modelos o figuras imitables) la seguridad que en buena medida proporciona, o debe encausar a experimentar, un ambiente educativo. 

DESERCIÓN ESCOLAR, UNA PROBLEMÁTICA INADVERTIDA  

Comprobarlo, según demuestran los estudios realizados por la Dra. Eunice Danitza Vargas Valle, ratifica la hipótesis: la deserción escolar es alta. Los datos parecen contrariar la realidad. La investigadora señala en su artículo, Calidad de la escuela, estatus económico y deserción escolar de los adolescentes mexicanos (2016), que en México se ha logrado una expansión en la cobertura escolar; “la cobertura en el nivel de educación medio pasó de 83.5% a 95.3%, y en el nivel medio superior de 48.4% a 64.4% entre los ciclos 2000-2001 y 2009-2010”. 

La expansión, antes mencionada, ha sido posible en parte gracias a políticas públicas, que traducen sus esfuerzos por garantizar la educación a través de programas de apoyo y becas, (como lo hiciese en su momento el programa Prospera “1997-2002”, y el Oportunidades “2002-2014”). Sin embargo, otras evidencias apuntan a que las causas principales de que los jóvenes desbanden el aula no han sido suficientemente expuestas, o analizadas. Como resultado no se han atendido certeramente los problemas, ni las dificultades que enfrenta la juventud.  

Las medidas no siempre tuvieron éxito, y menos frente al contexto de crisis económica de 2008, tanto para los que la sufrieron de uno o de otro lado de la frontera. Aquellos jóvenes transfronterizos, hijos de migrantes refugiados, fueron en muchedumbre deportados durante este periodo. 

Como es posible imaginar, al proceso de deportación se le suma una arista: llegar a un país desconocido. México, parecía contenido en imagen postal, reducido al recuerdo que evocaba en su memoria las narraciones y anécdotas que sus padres les contaron. La discriminación a la que temían, se materializó en tratos, prejuicios y conductas que impidieron, y a la fecha, un proceso amable de inserción. 

Quienes viven el proceso de la deportación, se enfrentan a un cambio abrupto en su realidad, que hace evidente la  necesidad de políticas de inclusión, necesarias para desarrollarse en un nuevo contexto. Así que sus expectativas del futuro también se debilitan. Necesaria, e inadvertida falta de comprensión vivieron las y los dreamers, a quienes la estadística rebasa. 

Sobre ésto, en relación a la localidad fronteriza, la Encuesta sobre Integración  Escolar y Migración (ESIEM, 2017) propone analizar los procesos de inserción e integración en estudiantes provenientes de Estados Unidos de América a Tijuana. Arrojó, según un compendio de datos que se extienden sobre los años 2010 al 2015, que es ésta zona metropolitana la que ocupa, a nivel estatal, el lugar número uno albergando a niños inmigrantes. 

La muestra de la ESIEM asciende a más de seis mil estudiantes transnacionales. Esta encuesta mostró con certidumbre que las principales barreras enfrentadas fueron las dificultades con el manejo del idioma español, menores conexiones sociales, invisibilidad de sus problemas a causa de la escasa comunicación. Iniciaron tardíamente la escuela, o perdían años debido a no contar con los documentos calificados, impidiendo su acceso. 

Esta situación pone en evidencia, que aunque se trate de un fenómeno singular y coyuntural respecto a las relaciones formadas a su vez entre dos países, jóvenes, aquí o procedentes de un país vecino, se encuentran constantemente trascendidos por los límites social-culturales, definidos a su vez por su condición de minoría de edad, por su escasa o nula experiencia afrontando experiencias límite, al que obliga el accidente histórico de habitar en esta esquina del mundo.  

EL RIESGO DE NO CONTINUAR ESTUDIANDO

La falta de becas y estímulos, para estudiantes de educación media superior, quienes conforman el grueso de la población joven con menores posibilidades de concluir su preparación, es preocupante. Aún sobre lo ponderado, la Dra. Vargas (2016) enfatiza  la realidad “al menos el 12.5% de los jóvenes desertores en este nivel tenían una beca (…) lo que indica que el costo de oportunidad de estudiar con beca en lugar de trabajar es alto, especialmente si tienen responsabilidad económica en sus hogares”. El trabajo infantil es una problemática de nuestra realidad aún impenetrable, de difícil acceso en términos de medidas públicas, que debe a 2.1 millones de niños en México realizando actividades informales.

De acuerdo a la opinión de la Dra. Vargas, el Dr. Cruz et. alii., y a partir de los resultados demostrados a partir de este trabajo, es necesario encomiar a continuar el análisis y los trabajos de investigación, con el fin de exponer y con mayor argumentos exigir la implementación justa de metodologías, que unifiquen como objetivo principal invertir esfuerzos, que puedan traducirse, p. ej. en un mayor presupuesto asignado a cuantos sea posible otorgar estímulos; que logre así identificarse e incluir en el panorama, grosso modo, a jóvenes (los hay) en circunstancias imprevisibles, para las que aún no se encuentran señalados todos los acertados pasos, con que buscándose se encuentren mitigados los tratos injustos. 

Estas metodologías, deben proponerse y subrayarse importantes, pues a la espera de inminentes cambios sociales y dispersos fenómenos todavía por anunciar, opciones que ofrezcan una visión panóptica, abarcadora, integradora, aunque por ahora únicamente señalen causas, apremiarán a evidenciar y señalar rutas de escape, a fin de impedir normativas. Evidenciar es tan sólo un peldaño en el camino. 



Bibliografía:

  1. Cruz Sierra, Salvador. (2014). Violencia y jóvenes: pandilla e identidad masculina en Ciudad Juárez. Revista mexicana de sociología, 76(4), 613-637. Recuperado en 10 de septiembre de 2019, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0188-25032014000400004&lng=es&tlng=es
  2. Orraca-Romano, P.P. (2018) Crime Exposure and Educational Outcomes in Mexico. Ensayos Revista de Economía, 37(2),177-212. DOI: http://dx.doi.org/10.29105/ensayos37.2-3
  3. Vargas, E. D. y Valadez, A. (2016). Calidad de la escuela, estatus económico y deserción escolar de los adolescentes mexicanos. Revista Electrónica de Investigación Educativa, 18(1), 82-97. Recuperado de http://redie.uabc.mx/redie/article/view/713
  4. Vargas, E. D. (2017). Coordinadora. Encuesta de Integración Escolar y Migración (ESIEM). El Colegio de la Frontera Norte. Recuperado en 10 de septiembre de 2019, de https://www.colef.mx/esiem/

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