Las Instituciones de Educación Superior y el desarrollo sustentable

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miércoles 26 de septiembre de 2012

[singing] I’m late , I’m late
For a very important date.
No time to say «Hello, Goodbye».
I’m late, I’m late, I’m late.
White Rabbit in “Alice in Wonderland”

Si tomamos a la Universidad como el epítome de la Institución de Educación Superior, es recomendable recordar que la palabra “Universidad” tiene su origen en el Latin “universitas magistrorum et scholarium,” que podría traducirse como “comunidad de profesores y escolares” dedicada a la especialización, entrenamiento y concesión de títulos. La institución se ha percibido -históricamente- como semillero de ideas, sitio de creación y libre pensamiento.

Desde este contexto, y ante la generalizada degradación ambiental que trasciende el ámbito ecológico y pone en jaque el desarrollo de nuestra sociedad; cabe preguntarse si existe una responsabilidad por parte de las universidades en enseñar, capacitar e investigar sobre temas de sostenibilidad.  La respuesta contundente  es: sí, por supuesto.

Ahora bien, la intervención contundente de la Universidad en el desarrollo sustentable se distingue en tres ámbitos:

  1. Interacción con la comunidad, empresa y gobierno
  2. Capacitación de capital humano para la transición hacia una economía verde
  3. Fomento de la investigación, desarrollo e innovación, en cuanto al desarrollo sostenible

La interacción con el entorno es vital para empujar a la sociedad por la ruta sustentable. En no pocas ocasiones y en gran parte debido al espíritu de abstracción del ambiente universitario, la interacción con el entorno es casi inexistente, dejando en el cajón estudios que podrían tener un impacto positivo real en la region que habita y rodea a la propia Universidad; por ejemplo desde caracterización de procesos industriales para la mejora del ecodesempeño de industrias hasta la difusión de un estudio que ayude al rediseño de rutas de transporte público.

Por otro lado, la capacitación es intrínseca a una institución formadora de ideas noveles y de recursos humanos de alto nivel que en tiempo serán tomadores de desiciones. La capacitación también puede ser parte de la interacción con el sector privado/productivo y el gubernamental.

Finalmente, el fomento a la investigación tiene un nicho en las universidades, mas debe ir a compañada de apoyo gubernamental y del sector público y privado.  Y a este punto es necesario visitar algunas cifras, si consideramos como indicador al porcentaje del PIB que se destina a todo el sector de educación (básica, media y superior) se tiene que en 2009, fue 5.7% del PIB. Al finalizar el 2010 la educación en México se gastaron más de 850 mil millones de pesos, lo que representa casi el 7% del Producto Interno Bruto (PIB), uno de los más altos los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)

Según los datos más recientes de la OCDE en esa materia, el gasto de México en educación (privada y la pública) como porcentaje del PIB, es del 6.3%, por lo que se ubica entre los países que más invierten en educación, sólo después de Islandia, Dinamarca, Corea, Estados Unidos y Nueva Zelanda. Según cifras del último informe de gobierno el PIB destinado a la educación es del 7.1. Cualquier dato que se tome representa un alto porcentaje (aunque en la Ley General de Educación se establece como meta al 8%).

Para tener una idea de las cantidades que se manejan, se hace referencia a que en 2010, el Congreso federal destinó a los estados, por la vía del Fondo de Aportaciones para la Educación Básica y Normal (FAEB) casi 234 mil millones de pesos. De este recurso, cerca del 95% se destina a servicios personales (salarios, honorarios y prestaciones), mientras que arriba del 4% a gastos de operación, quedando únicamente el 0.03% para invertirlos.

Si de manera más específica nos refirieramos a la inversión en ciencia y tecnología, hacia 2011 se reportó que en la década anterior el presupuesto federal para ciencia y tecnología no sólo no ha aumentado como proporción del producto interno bruto (PIB), sino que ha disminuido, al pasar de 0.41 por ciento a 0.36, por lo que es necesario que el gobierno federal ponga más atención a este sector, si realmente se invierte de manera seria en el futuro de la nación.

A pesar del desolador escenario que nos presenta el parcial pero significativo indicador del apoyo financiero por parte del gobierno federal a la inversión en ciencia y tecnología. la cita de las instituciones de educación superior con el cambio de paradigma -a través de su intervención en pro del desarrollo sutentable- es innaplazable. Y ya vamos tarde.

*Escrito de la Dra. Gabriela Muñoz Meléndez, Coordinadora de la Maestría en Administración Integral del Ambiente e investigadora de El Colegio de la Frontera Norte, realizado para su participación en el panel: Universidades y Sostenibilidad de la Cumbre Negocios Verdes 2012, iniciativa del Instituto Global para la Sostenibilidad (IGS) del Tecnológico de Monterrey. El viernes 21 de Septiembre de 2012.

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