Geografías de inclusión y exclusión: migración y elecciones en Estados Unidos

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jueves 8 de noviembre de 2012

En tanto la noticia que resuena es la reelección de Obama, queda por analizarse el significado de los distintos resultados electorales en relación a la migración y los migrantes. En tiempos electorales, la migración salta como el tema que permite aglutinar fácilmente nacionalismos, miedos, fobias y rechazos. En tanto los migrantes indocumentados aparecen como los sin voz, luego entonces son el perfecto grupo para achacarle todos los males de la sociedad empezando por la economía, siguiendo con la seguridad nacional, hasta llegar a la integridad cultural y moral. Así, los tiempos electorales son poco amigables para los migrantes.

En una primera lectura, los resultados de la jornada electoral del 6 de noviembre muestran que la retórica antiinmigrante de los republicanos no sólo no tuvo resonancia a nivel nacional sino que alienó al votante latino quien votó en un 71% por el presidente Obama. Aún cuando el discurso antiinmigrante es exitoso entre los sectores más conservadores, como se demostró en las primarias republicanas, según reporta el PEW la mayor parte de los ciudadanos de Estados Unidos es de la opinión de que los migrantes indocumentados deben de tener una oportunidad para regularizarse.[1]

Las diferentes manifestaciones y traducciones en lenguaje legal de las actitudes sociales respecto a la migración y los migrantes, se constituyen en una geografía de de inclusión y exclusión que permiten observar las desconexiones y dislocaciones presentes cuando se trata de personas que vienen de otro lugar.

Las elecciones del 6 de noviembre proyectan esta localización espacial de la aceptación o no de la otredad migrante. Los resultados electorales muestran como se refuerzan tendencias respecto a la migración y los migrantes que se han venido manifestando en el ámbito legislativo y electoral a nivel estatal y local en los últimos años en Estados Unidos.

En Maryland, por ejemplo, se aprobó un referéndum a favor del DREAM Act otorgando acceso a la educación superior a jóvenes indocumentados que han asistido a escuelas preparatorias en Maryland. El referéndum, presentado por opositores al DREAM Act, pasó por 58.3 reforzando con ello la legislación que ya había sido aprobada en la legislatura en 2011 (S.167), solamente que ahora con un claro mandato del electorado dejando poco espacio de maniobra a los grupos antiinmigrantes de Maryland.

La actitud positiva y amigable respecto a los migrantes y, en particular los jóvenes migrantes, se refleja muy claramente en los estados de la región noreste de Estados Unidos.[2] Algunos, como Nueva York o New Jersey, han reforzado su tradicional actitud abierta hacia los inmigrantes; otros como Maryland o Connecticut poco a poco han ido resolviendo los retos que les ha significado la nueva ola migratoria que llegó a partir de la década de los 1990s y han producido políticas públicas más amigables hacia la migración, construyéndose así una geografía de inclusión.

En contraste, en la región fronteriza con México, en Maricopa County, Arizona, el electorado mayoritariamente blanco reeligió al polémico Sheriff Joe Arpaio quien se ha distinguido por su trato violatorio a los derechos humanos de los migrantes indocumentados, y por el acoso contra la población mexico-estadounidense en ese condado. En este sentido, esta elección local refleja la tensión y clara disconexión presentes en una sociedad dividida por líneas étnico-raciales como la de Arizona. Este estado fronterizo tiene casi una década de leyes antiinmigrantes aprobadas tanto a nivel de la legislatura como por referéndum. La famosa SB 1070 de 2010 vino a galvanizar el rechazo al otro migrante y evidenció la incapacidad para negociar espacios de diferencia en esta zona de Estados Unidos.

En esta misma región fronteriza con México, California ha ido escribiendo un camino distinto al de Arizona. Cuando en los 1990s California era la epítome del discurso antiinmigrante, cuando desde este estado con la Proposición 187 salió la base para la legislación federal antiinmigrante de 1996 (IIRAIRA), el nuevo siglo trajo nuevos aires y, acaso, lecciones aprendidas. En California en la primera década del siglo XXI se han ido construyendo lenguajes de entendimiento, geografías de inclusión que contrastan con la geografía exclusionista de su vecino Arizona. Así, en esta región sin duda se despliegan geografías de inclusión y exclusión traducidas en políticas migratorias que reflejan las tensiones y complejidad desasociadas a la migración.

[1]Verhttp://www.pewhispanic.org/2012/11/07/latino-voters-in-the-2012-election/.

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