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jueves 23 de enero de 2020

TIJUANA, EN EL RADAR DE LA MIGRACIÓN

Históricamente, Tijuana ha sido conocida como la frontera más transitada del mundo y por ello de las más conocidas a nivel mundial. Al norte tiene por vecino al condado de San Diego, perteneciente al estado de California, una de las economías más fuertes de los Estados Unidos de América, motivo por el cual muchas personas se han asentado para laborar o crear negocios que formen parte de las dinámicas fronterizas; este espacio ha atraído a personas migrantes que buscan una vía para entrar al país vecino en vísperas de alcanzar el “sueño americano”. 

Rafael Alarcón (2019) expone que en 2016 se produjo un arribo masivo de ciudadanos haitianos a Tijuana, provenientes de Brasil -país que les había concedido visas de empleo en 2010-,con el objetivo de solicitar asilo a Estados Unidos. El 22 de septiembre de 2016, señala Alarcón, el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos informó que reanudarían las deportaciones de haitianos. Esto generó que para 2017, cerca de tres mil haitianos se asentaron en Baja California, principalmente en Tijuana; el Instituto Nacional de Migración hizo la entrega de la tarjeta de visitante por razones humanitarias, lo que otorga la posibilidad de trabajar y transitar por el país.

En 2018 se dio otra movilización grande de migrantes, en noviembre de dicho año llegaron a Tijuana más de seis mil migrantes centroamericanos que formaban parte de las llamadas “caravanas migrantes” que meses antes habían salido principalmente de Honduras y entraron a México por la frontera sur de México con el objetivo de solicitar asilo en los Estados Unidos. 

EL EFECTO ESTADOS UNIDOS

Un refugiado es aquella persona que, debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas no puede o no quiere regresar a su país de origen (UNHCR, 2019). Hay países, como México, que han firmado tratados internacionales para garantizar la protección a refugiados e inclusive se han generado leyes al respecto; pero para dar el reconocimiento de refugiado, el país receptor puede someter a una evaluación y revisión del caso, para dictaminar si los temores están fundamentados o no. 

En el caso particular de Estados Unidos, se distingue entre refugio y asilo. Mientras que el refugio se solicita desde el exterior de Estados Unidos, el asilo se puede solicitar en las fronteras de este país (Alarcón, 2019). Esta separación, es lo que ha provocado (mayoritariamente) que las y los migrantes se desplacen grandes distancias hacia la frontera norte de México, con la intención de presentar su caso ante un juez y que se les otorgue la condición de asilados. 

Sin embargo, la política migratoria de Estados Unidos y las declaraciones del presidente Donald Trump, han sido una fuerte barrera para aquellos solicitantes, el escenario no resulta favorable en cuanto al otorgamiento de asilo y los tiempos de espera (tanto la cita con el juez y el fallo del caso) son de meses, con el objetivo de que las y los solicitantes desistan y decidan regresar a sus países o origen o instalarse en México.

MÉXICO ¿TERCER PAÍS SEGURO?

El flujo de solicitantes de asilo continúo llegando a los distintos puntos fronterizos de México con Estados Unidos, ante este hecho, Donald Trump comenzó una campaña de presión hacia el gobierno de México para que contuviera el flujo de migrantes desde su frontera con Chiapas. Un elemento central de esta presión fue que México se convirtiera en “tercer país seguro”, una figura legal según la cual todos los migrantes que ingresen a este territorio se vean obligados a solicitar refugio en este país (Alarcón, 2019). Hasta el momento el gobierno de México no ha aceptado esta figura legal.

Sin embargo, ante la amenaza de imponer el 5% de aranceles a las importaciones de México hacia Estados Unidos; en junio de 2019 empezó -el gobierno de México- a colaborar con la contención masiva de migrantes en tránsito, rompiendo así una larga tradición de no colaborar abiertamente con el gobierno de ese país -Estados Unidos- (Alarcón, 2019).

Ante la presión de Estados Unidos, México ha desplegado elementos de la Guardia Nacional hacia la frontera sur con el objetivo de contener el paso de migrantes con destino hacia el país vecino. Rafael Alarcón (2019) señala que aunque el gobierno federal se resiste a operar como tercer país seguro, en cierta forma ya lo está haciendo a través de aceptar colaborar en el programa de Protocolos de Protección de Migrantes (PPM) o, conocido en inglés como, Remain in Mexico.

La publicación del documento PPM, 24 de enero de 2019, se expone que “México proveerá todas las protecciones humanitarias apropiadas durante su permanencia en ese país”. Es decir, a todos aquellos que esperan una resolución de su caso de solicitud de asilo en Estados Unidos, deberán esperar en México y, mientras tanto, el país debe garantizar y otorgar herramientas que garanticen una estancia segura.

Sin embargo, el escenario no resulta favorable para su estancia y espera de resolución. Las personas retornadas quedaron bajo su propia responsabilidad o a cargo de la sociedad civil de la ciudad de Tijuana, que tuvo que cubrir sus gastos de hospedaje y alimentación (Alarcón Acosta y Cárdenas Montaño, 2019). Esto debido a que los primeros papeles que otorgó el Instituto Nacional de Migración no otorgaban la facultad de trabajar en el país; fue hasta después del 24 de julio que se comienza a entregar un CURP a algunos migrantes retornados para trabajar provisionalmente en México por un periodo de seis meses. Sin embargo, incluso los que reciben esta condición de estancia tienen muchos problemas para conseguir empleos formales en Tijuana (Alarcón, 2019).

Ante estos escenarios y el flujo de migrantes que continúa  llegando a la frontera sur de México, Rafael Alarcón concluye en su artículo que: el gobierno de México ha expandido su sistema de refugio, gracias a lo cual se han incrementado las solicitudes de manera muy importante. Asimismo, ha impulsado un plan modesto para apoyar el desarrollo económico de América Central para atacar las causas principales de la emigración, que lamentablemente no viene acompañado de un plan para confrontar la violencia -también uno de los graves problemas de México-. En el corto plazo no se vislumbra condiciones favorables para los solicitantes de asilo ante la cerrazón global de los países ricos (Alarcón, 2019). 


REFERENCIAS:

Alarcón, Rafael. «Solicitantes de asilo a Estados Unidos a la espera en ciudades fronterizas mexicanas». Anuario CIDOB de la Inmigración 2019 (noviembre de 2019), p. 98-111. DOI:  doi.org/10.24241/AnuarioCIDOBInmi.2019.98

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