El islam-latino: mancuerna de la reconfiguración identitaria del migrante en los Estados Unidos

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jueves 20 de febrero de 2020

  • Libro: “Islam-latino. Identidades étnico-religiosas. Un estudio de caso sobre los mexicanos musulmanes en Estados Unidos”, de la Dra. Arely Medina. 

“Islam-latino. Identidades étnico-religiosas. Un estudio de caso sobre los mexicanos musulmanes en Estados Unidos”, es labor y resultado de la Dra. Arely Medina, adscrita a El Colegio de Jalisco (El Coljal). La  obra consiste en un trabajo de investigación que formó parte, inicialmente, como un capítulo de la obra publicada en 2017, “Religiosidades trasplantadas. Recomposiciones religiosas en nuevos escenarios transnacionales”; co-editada por la Red de Investigadores del Fenómeno Religioso (RiFReM) y El Colegio de la Frontera Norte (El Colef). 

Estas instituciones, en colaboración con El Coljal, velaron de cerca la ruta que emprendió la Dra. Medina, quien dio continuidad al trabajo que ahora se presenta. Esa labor descansó finalmente en el repositorio publicado en 2019, bajo este título.  

En su nacimiento, la preocupación que motivó a la Dra. Medina creció en el opaco escenario donde ubicó a la creciente comunidad islámica-latina en Los Ángeles, poco vislumbrada a la luz de los estudios del hecho religioso. Este fue el primer motivo que concatenó la tarea de recabar en la “memoria” de subgrupos ahora ya establecidos en escenarios transnacionales, recreadores de sus narrativas identitarias en el quehacer religioso (a través de prácticas y creencias); quienes desde su trinchera, se (re)vistieron con el signo distintivo de su condición migrante. La idea es motor que articuló el capítulo: “Memoria islámica latina en Los Ángeles” (2017). 

Sin embargo, para esta población en diáspora, enarbolar la visión de tradiciones islámicas en los Estados Unidos, probó no sólo significar el transporte y trasplante de su identidad religiosa, reubicada en una nueva geografía. Según gira entorno la reflexión de la Dra. Medina, con que tejió su obra, a la par, el establecimiento que procurase esta reconstrucción de sus valores religiosos, se fundó amiga en una inesperada alianza. 

Esa posibilidad se incubó a fuerza de históricas movilizaciones que vivieron los grupos migrantes. Al migrar del continente asiático, a través del Pacífico, cruzaron parajes y remotas vistas, que aportaron a sus creencias de insospechables valores de ruptura (efervescentes y contra-narrativas típicas de los paisajes que ofrece la naturaleza del mundo “latino” contemporáneo, p. ej.). El islam, la segunda religión con mayor número de adeptos en el mundo, viene a cederle el lugar al cristianismo. A ello, explicarnos el incremento de nuevos adeptos al islam requiere, además, considerar la condición ya de por sí híbrida de las comunidades latinas (en donde operan conductas esencialistas y contra-narrativas por igual). 

Es el caso de quienes migran y se establecen en los Estados Unidos, cúmbre del mundo occidental (donde se acorazan las vías por medio de muros, que impiden el acceso de interacción primaria con el lugar de origen). Este desapego, desarticulación o desterritorialización, como la investigadora lo señala, encausa a experimentar “los aspectos transversales, transaccionales, traductivos y transgresivos del comportamiento y la imaginación contemporáneos”. 

Es vía plausible y común “esta constante movilidad de agentes que trascienden de los espacios territoriales”, como lo demuestran y ejemplifican los mexicanos y musulmanes migrantes; conexión de alcance transnacional que imprime la voluntad de replantear sus convicciones, según la ordenación de los bienes materiales y culturales, en viejos o nuevos contextos, resignificando los imaginarios que trascienden sus fronteras originales. 

El proceso de hibridación en marcha, orilló gradualmente a la desencialización de la tradición, en este caso, árabe. Es decir, hallaron puntos de encuentro con las sociedades y grupos minoritarios, por ejemplo en los contextos de represión y estigmatización común; también la búsqueda al origen de la tradición -preocupación que distingue a la modernidad- y demás antiguas afinidades históricas (como trastoca, por ejemplo, la exégesis del lenguaje compartido, que hoy brilla con la presencia de vocablos árabes presentes en el español), unificando a la reimaginada comunidad, a través de “contra-narrativas” que fluyen necesarias de identidad.  

Esas “contra-narrativas”, dan razón a la derogación del colonialismo (hispánico católico) y a la desencialización de la tradición árabe, que actualmente parecen ser éstas vías empíricas corroborables. “Hoy, la ciudadanía puede ser elegida, peleada, deseada, arrancada o inventada”, y la pertenencia legal y formal a una religión también. 

A propósito, esta obra rebusca en ese entramado multicultural que es el mundo islámico conectado al mundo latino y viceversa, con el fin de auxiliar teórica y metodológicamente, colocando espejos, dentro del muro, con qué presentar, estudiar, para así comprender las dinámicas de adscripción a la fe religiosa, esos modelos y patrones de conducta que ciñen al feligrés musulmán-latino. 

Para entrar en materia, la Dra. Medina conspiró en su “Introducción” bastedad de apuntes, a fin de construir con gafas justas y dignificantes la cosmovisión islámica, tan abaratada o refrita en el discurso occidental. Siendo esta el símbolo por excelencia, hija de la Ilustración, se ha encargado de desplazar históricamente a la religión islámica a través de discursos de odio, con los cuales reviste la piel del profeso islámico y lo caracteriza con toda clase de elementos para representarlo irracional, fanático, extremista y a la vez problemático. 

Este actuar habla por su homología, a su vez, de cómo se ha subordinado hoy en día, a través de la xenofobia y el racismo que sostiene la plutocracia norteamericana, también al migrante mexicano o centroamericano. 

Considerando lo anterior y como reconoce este apartado, el propósito resoluto fue identificar el islam entre latinos/hispanos, auspiciados y reconocidos por las organizaciones, que a su vez ocupan un espacio institucional y sistémico digno de su representación social. Ejemplo de ello son las organizaciones latino-musulmano (OLM), como lo es la Asociación Latina Musulmana (LALMA), que tiene sede en Los Ángeles, California. 

Capítulo tras capítulo, a fin de organizar la obra, el panorama crece para nuestras lecturas en medios que son verdaderamente ágiles transportes, verdaderos puentes que se interconectan.

El capítulo “1. Islam en movimiento: Desde una reflexión de las prácticas contemporáneas y transnacionales” se abre en un par de subtemas, por donde se inscribe primeramente una reflexión en torno a las prácticas actuales del islam, transportadas en un contexto de movilidad. 

En uno, la transnacionalización religiosa, como proceso conceptual opositor a la lectura del mundo globalizado (lente o postura imperialista), se señala para explicar las credenciales tan capaces de las religiosidades reconstruidas, en parte posibilitadas por su resiliencia y capacidad de activar demandas, crear o recobrar memorias que preservan la esencia de su sociedad. El otro confirma: la integración y el fortalecimiento de redes que trasplantan su linaje, ha traído como resultado la creación de una comunidad imaginada, la ummah, “sustento de pertenencia”. 

2. Heterogeneidad racial y cultural en Estados Unidos: Los Latinos”, es el capítulo que prosigue. Una explicación fenoménica de la construcción de la nación a partir del reconocimiento del “otro”, dentro y fuera de la demarcación territorial, construye la historia de algunos cuantos, a quienes se homogeniza dotándolos de derechos, encomiendas y libertades. Así se explica. En su imaginario estadounidense, que tomó forma del racionalismo económico y la ética religiosa (en su momento, del protestantismo), se garantiza en su fundación como una democracia-teocrática. “La esencia del estadounidense es la creencia de que Dios lo ama”. 

A ello, los diferentes grupos étnicos y raciales, que migraron o ya residían autóctonos, según su grado de integración fueron resistiendo, o quedaron completamente excluidos. La idea, bondadosa en su aparato imaginario, que brinda al país de un escenario multicultural “globalizado”, puede ser puesto en duda al señalarse su sistema segregario, desarrollado por una inexorable postura nacionalista que permea el pensamiento moderno. En este contexto es en que se ubica al latino/hispano, buscando por medio de luchas, la representación y dignificación; probando desde la proyección de su identidad (mexicana, pachuca, chicana, centroamericana) el papel de su innegable presencia. La vida religiosa para los latinos o mexicanos, a través de su adhesión católica, protestante o musulmán, atiende la necesidad de diluir sus diferencias culturales. 

El capítulo “3. Islam en Estados Unidos: Formas de Integración religiosa, étnico-racial y social”, a propósito del examinado caso anterior, discierne sobre la integración del islam al escenario estadounidense. Este se presenta adscrito, desde el inicio, a procesos subrayados por la exclusión. La superioridad racial (aunque las leyes del gobierno americano clasifican al Medio Oriente como blanco), despacha por igual, en su movimiento dialéctico hacia el futuro “perfecto”, a comunidades afroamericanas y árabes, por recoger algunas. 

El asunto acá es novedoso, cuando a la luz de la investigación moderna, pruebas advierten de una integración subterránea y unificadora. Las OLM, organizaciones islámicas institucionalizadas, cooperan entre ellas mismas desde la naturaleza “umma”, que abrió cancha a infinitas posibilidades de transversalización, al definir “prácticas locales interiorizadas y (posibilitar) la construcción de otras nuevas como respuesta a necesidades específicas”. La búsqueda del bienestar social y posterior compromiso con qué asumir modelos de inserción más amables, legitimaron posible el diálogo con otras comunidades, como fuesen las latinas/hispanas. 

“4. Cartografía del ciberentorno del islam latino”, se construye a través de tres subtítulos que imperan en tres conclusiones: Uno: la unificación de organizaciones islámicas-latinas debe ser también entendida, vaya, echada a andar en un contexto de dispersión geográfica, por lo que el contenido, presencia e imagen compartido, como nueva y configurada sociedad, requiere de la función social, que constituye a internet como un campo o escenario útil. Dos: a ello, el análisis de los sitios web islámicos o páginas de Facebook, advierte de recursos informativos básicos apenas esbozándose y concretando canales. Advierte de varios tipos de propuestas que echan raíces de la idea de un islam latino, aunque sin unidad u homogeneidad permanente. 

Tres: el ciberentorno islámico latino, como un espacio que se nutre de posibilidad de imaginar escenarios desde narrativas irregulares, se reúnen en iconografías basados en el uso del español, “la influencia del periodo andalusí y el rescate de la memoria como un puente para la identidad”. Es un espacio seguro en el que diversos actores se relocalizan. 

El capítulo “5. Las propuestas del islam latino: palabra, imagen y memoria”, congrega reflexiones que siguen la idea final del anterior. En el espacio de relocalización se producen discursos de pertenencia simbólica, pero del caso “entre-medio/in-between”, al componerse la inclusividad entre el límite de una y de otra frontera. Es decir, se naufraga en el mundo de lo “desconcertadamente parecido y diferente”. Aquí se diserta en torno a los procesos que llegaron a constituir a las OLM. 

Proyecto de estas instituciones, el de establecer cruces en los campos simbólicos, lo conjugan por medio de elementos performativos que articulan, potencian y dotan de derecho al feligrés, al garantizarle una organización o sociedad institucionalizada. Por esa vía, la palabra, imagen y acción son de carácter constitutivo de la retórica proselitista. Las OLM nacientes figuran producto “de una idea mayor de lo que es el latino musulmán, de una identidad colectiva que es capaz de mantener la unidad de la latinidad islámica negociando la diferencia interna”. 

El apartado, “6. La asociación latino musulmana de América (LALMA)”,  presenta una análisis detenido de la microrred en el contexto angelino. A partir del reconocimiento y necesidad de las OLM en Estados Unidos, la comunidad latina se ha valido de posibilidades y ejemplo de otras comunidades antes ya insertas al islam para emprender su propia propuesta de integración. El estudio atiende a diseccionar este proceso, considerando la dinámica que enreda la visión de La Asociación Latino Musulmana de América, como caso particular, en los nuevos adeptos (latinos).  

“Procesos de identidad en mexicanos musulmanes”, se titula el capítulo 7 y él se plantea ¿soy musulmán y ahora qué? Considera la inesperable necesidad de proporcionarse una religión, según su contexto, cada población operando en la soledad y la marginalidad. El conjungo que es lo étnico y religioso se vive desde el interior del ser hacia afuera, hacia la familia y hacia la socialización con la sociedad mayor. La mexicanidad se puede redefinir, para mujeres y hombres, en contextos que en su experiencia propia descomponen y rearticulan contextos en lo público y en lo privado. La red que teje LALMA, como organización y sistema simbólico e institucional, ara terrenos a los que mexicanos musulmanes necesitan llegar de su exilio, y lo hace al activar el sentimiento de comunicación, como vaso sanguíneo, que dinamiza en un solo tiempo la integración “religiosa, política, educativa, social o cultural”. 

Las conclusiones, “Construcciones de identidad étnico-religiosa. Ser musulmán latino y mexicano”, unifican este aparato teórico y metodológico que explora el edificio identitario de comunidades en diáspora. Redefinidas por ellas mismas y auspiciadas por la dignidad y resignificación, han logrado establecer su arquitectura cosmogónica en nuevos escenarios. La ruta que sigue la comunidad migrante se prueba, en nueva cuenta, transgresora. 

 

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