Cohesión social y agenciamiento civil ante la necropolítica del Estado, Dra. Margarita Valencia

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jueves 20 de noviembre de 2014

En una entrevista para El Correo Fronterizo, la Dra. Margarita Valencia Triana, coordinadora de la Maestría en Estudios Culturales, nos explicó cómo funciona el concepto de necropolítica en la estructura del Estado Mexicano, qué debilidades del sistema quedan evidenciados tras el caso Ayotzinapa y qué obstáculos seguirá enfrentando la cohesión social que se ha ido formando los últimos meses.

Si bien la necropolítica no puede explicar la dimensión estructural de la política en México, “en el caso Ayotzinapa es literal”. Lo sucedido es lamentable pero ha encausado algo mucho más amplio, “no es solamente un acto aislado sino un acontecimiento social donde la gente se está uniendo para reclamar derechos que deberíamos tener simplemente como ciudadanos dentro de un Estado de Derecho y de una República Federal como se supone que es la República Mexicana”.

Explicó que en el ordenamiento predemocrático (el Estado feudal o régimen soberano) la necropolítica era el espacio más recurrente para gobernar, ya que el poder absoluto del rey le otorga también el poder de dar muerte. Sin embargo, en el ordenamiento democrático sucede también la biopolítica, el poder de gestionar la vida de las poblaciones. “En este caso, y lo que nos dice Ayotzinapa y lo que nos dice en general el análisis del Estado en México o de la práctica política en México, es que hay un solapamiento de regímenes o de ordenamientos políticos”.

De esta forma, el Estado administra el cuerpo, los saberes, los afectos, el mercado y todo aquello que permite la vida y el crecimiento de las poblaciones de manera que contribuyan al régimen neoliberal que es el capitalismo contemporáneo, explicó la investigadora. “Al mismo tiempo este capitalismo contemporáneo se alimenta o se sostiene en una necropolítica que hace que todo lo que oponga al régimen oficial neoliberal sea eliminado a partir de la estrategia necropolítica o a través de la imposición de la fuerza sobre las poblaciones”, aclaró que esto último queda evidenciado tras la última declaración de Enrique Peña Nieto, en que reitera que la violencia es propiedad del Estado.

“En lo regímenes democráticos la representatividad del presidente también pasa por legitimar el uso de la violencia. Parece que hay algo que no se nos declara o no se nos tiene en perspectiva, que es que la violencia es propia del Estado, es una de las potestades del Estado. Y Enrique Peña Nieto lo acaba de decir hace unos días, que si las cosas no se tranquilizan, que si la gente está buscando respuestas con medidas violentas entonces él va a tener que utilizar toda su aparato Estatal para poner remedio a esta situación. Lo que está diciendo en realidad es que va a poner fin a la vida de esa gente y que va a hacer uso de la necropolítica, que es suya, que es propiedad y derecho del Estado, para acallar a las poblaciones”. Ante esto, expuso que éste régimen tirano disfrazado de una democracia neoliberal tiene una trayectoria desde la llegada del PRI al poder “y que se ha ido transformando y que ha ido haciendo negociaciones con los discursos económicos y políticos que están circulando en el ambiente nacional e internacional”.

“Éstas formas de sometimiento y de represión a las poblaciones fragilizadas son constantes”, pudiendo nombrar al menos una en cada década. Tan solo en épocas recientes está Acteal, Tlatlaya, y Atenco, siendo éste último por el que Enrique Peña Nieto está demandado en la Corte Interamericana por crímenes a lesa humanidad, por ser uno de los responsables directos.

Las lógicas neoliberales, que eliminan a quien se interponga en el plan de avance y progreso, deben ser entendidas, sobre todo al clamar por justicia social por Ayotzinapa, porque ese mismo régimen “se sustenta en varias de las cosas que mucha gente persigue, que es la ascensión social, el progreso económico entendido como enriquecimiento o como una serie de narrativas que nos ha vendido el neoliberalismo como discurso progresista, que si queremos llegar a ser como primer mundo, el desarrollismo, todas estas lógicas defienden y se fundan en una ideología de clase, de raza, y de género bien sectaria, que excluye del proyecto nacional a todo lo racializado, a las mujeres, a los diversos funcionales, a la gente pobre. Toda esta gente que no le va a producir nada al Estado, son de alguna manera poblaciones desechables”.

En este caso, los normalistas de Ayotzinapa “conjuntan una serie de intersecciones que los desubjetivan de alguna forma de los ojos del Estado”, porque en lugar de “servir de manera obediente a los espacios y las funciones de la masculinidad tradicional que apoyan a la versión del Estado que tienen que ver con despliegue de violencia, con la adscripción al consumo y al discurso del progreso de manera acrítica”, desobedecen a las pautas del género social y de etnia. “Eso se va a reprimir porque obviamente hay mucha más gente que está racializada, que está consciente de que su género le convierte en alguien minoritario, y también gente que está precarizada, y que pueden tener muchos más espacios de empatía con estos jóvenes que con el gobierno autoritario y necropolítico”. Se intenta borrar todo tipo de subversión y desobediencia porque representa una amenaza directa a la normativa del Estado, explicó.

Tras el caso Ayotzinapa, sumado al hastío generalizado, se han mostrado las condiciones materiales y de existencia que hacen que uno se identifique con el caso. “Todas estas articulaciones y variables que hacen que nos demos cuenta de la vulnerabilidad compartida, hace también que nos demos cuenta de que, si estamos en un Estado en que podemos en víctimas en cualquier momento, también tendríamos que tejer lazos sociales para poder defendernos ante esas agresiones. Lo importante también de este caso es que está despertando una consciencia social”.

El caso Ayotzinapa ha potencializado el diálogo y la revisión de la constitución. “El artículo 39 dice que si los representantes no están cumpliendo con su trabajo, en este caso el Estado Mayor Presidencial, deberían ser sustituidos. Eso, por un lado, no sé si transformaría las condiciones a largo plazo, pero sería un ejercicio de soberanía muy importante. Sería un ejercicio de participación ciudadana que valdría la pena intentar”. Reclamar los derechos que tenemos como ciudadanos desarrolla el agenciamiento civil, “destituir a alguien que no está cumpliendo con su trabajo, creo que daría mucha esperanza social a la gente y daría otra forma de pensar tu potencia, no solo de decir o de criticar, sino de transformar. Ese sería un buen paso para demostrarle a la gente que tiene el poder sobre sus representantes. Y eso es muy importante, que ellos trabajan para la sociedad y no al revés”.

Tras ese primer paso, se abriría un diálogo en el cual, recalcó, es importante formar las bases, y no solo quedarnos con la sustitución de representantes, “el diálogo tendría que seguir circulando en la sociedad civil”. Así, veríamos la importancia de las relaciones entre las distintas comunidades y el espacio como un equilibrio dinámico. “Más allá de lo que esté sucediendo en las esferas de la superestructura, también las esferas de la comunidad y de lo cotidiano no deben descuidarse”.

Para concluir, invitó a seguir en la cohesión social y luchando por hacer justicia para Ayotzinapa, aun si las cosas alrededor empiezan a distraernos. “Creo que en los siguientes días y el siguiente mes seguramente habrá una serie de acontecimientos duros respecto a la economía aquí en la región fronteriza, y en el sur otros acontecimientos que van a intentar que nuestra atención esté más en eso. Seguramente van a empezar a apretar las tuercas a través de la economía. Nos van a empezar a hacer algún tipo de presión económica para que estemos más preocupados por cómo sobrevivir a esta presión que por hacer lucha social y a favor de este acontecimiento. No debemos perder la perspectiva de que muchas cosas que parecen crisis regularmente son pantallas de humo para distraer del agenciamiento social, y eso es muy importante no perderlo de vista. No significa que no vaya a suceder, pero que no nos asustemos, porque eso sucede todo el tiempo. Cuando las cosas empiezan a tomar un cauce, empiezan presiones externas más fuertes para que nos desvinculemos”.

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