Existe actualmente un debate sobre condiciones como la posmodernidad (el llamado “fin de la historia” por el historiador Francis Fukuyama) o la globalización son procesos autónomos dentro de la densidad del cauce histórico, es decir, con una causalidad y un juego de consecuencias que le son propios, o si en cambio constituyen meras continuaciones de manifestaciones geopolíticas previas, si no serían, acaso, otro ladrillo en el muro del tiempo.
A esas dos condiciones, puestas en tela de juicio, se suma también la fronteriza. ¿Puede el hecho de residir o transitar por una región geográfica fronteriza dar pie a una serie de características existenciales que particularicen la vida en ella? A tales preguntas (y algunas más) se propone responder el volumen compilado por la doctora Marlene Solís, Estudios de lo local en la frontera norte de México, compilación de estudios y ensayos alusivos a dicha cuestión, planteados desde una amplia variedad de perspectivas académicas y temáticas.
Ahora, aun con la multiplicidad de ángulos desde los que se aborda el tema de estudio, esto es, la frontera como espacio generador de hábitos y actitudes en quienes la habitan, existe un hilo conductor que ata las reflexiones de cada uno de los autores y que permite que estén reunidos aquí: la dialéctica qué de manera inevitable queda establecida entre la dimensión local y universal, es decir, entre los procesos avasallantes de la globalización y la manera en que la región, lo local se entiende con ello y lo transforma y se deja o se niega a la transformación.
Se deja ver, sin embargo, que la postura optada por los distintos estudiantes y docentes de las diferentes maestrías es la de pensar el espacio local como una manera de defender y mejorar los hábitos, espacios y relaciones sociales creadas en el marco regional ante la llegada de los influjos globalistas que, tal como se va desgranando de manera detallada en el volumen, puede poner en riesgo cosas tan cruciales como la identidad de colectivos, la estabilidad económica de poblaciones y la permanencia de una memoria en la que arraigan futuros, pasados y presentes, qué dan sentido a vidas y direcciones.
Los temas tocados, como se dijo, recorren caminos tanto inusitados como usuales en la crítica y la investigación social académica, lo que permite ir enhebrando una red de intereses y relaciones temáticas sólida, coherente y crítica. Ya sea la manera en que las juventudes tejen relaciones en espacios como el cine, la manera en que las familias fronterizas organizan su cotidianidad y cómo lidian con los procesos económicos qué conlleva tener a un país como Estados Unidos de vecino geográfico, los resquicios de estas interrelaciones quedan recorridos a cabalidad, y dejan además abierta la vereda a futuras investigaciones.
Las conclusiones, qu se van adelantando por la propia naturaleza del libro desde los capítulos, confirman la tesis planteada en la introducción y constatada en el cierre. Es decir, la globalización, en tanto proceso uniformador de prácticas, saberes e intereses externos qué se van propagando desde un cierto centro político (en este caso el vecino del norte, Estados Unidos) puede tener contadas ventajas para contados sectores demográficos, pero las más de las veces, al asumir naturalmente qué todos los seres humanos viven de manera igual y esperan lo mismo de la existencia, toma el control de los medios que determinan el contexto en el que se desarrollan, crean y dirigen las vidas de personas que no tienen nada que ver con el lugar de donde están viniendo los procesos de globalización.
El libro se encuentra disponible a través de: https://libreria.colef.mx/detalle.aspx?id=7814
