¿Y después del Título 42? Un muro digital

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Opinión de Juan Antonio Del Monte Madrigal Investigador de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 30 de marzo de 2023

El pasado 20 de marzo se cumplieron tres años de que el gobierno estadunidense emitiera un ordenamiento sanitario que funcionó de facto como una acción restrictiva en materia de política migratoria. La puesta en operación del conocido Título 42 ha permitido devolver de manera expedita a aquellas personas que ingresaron de manera irregular a Estados Unidos durante el último trienio.

Aunque antes existieron intentos por utilizar esta normativa como método de control migratorio, la pandemia por Covid-19 resultó la coartada perfecta para el gobierno norteamericano en un momento donde las solicitudes de asilo en Estados Unidos iban a la alza y se habían implementado los Protocolos de Protección al Migrante (MPP, por sus siglas en inglés), mejor conocidos como “Quédate en México”, una política que requería que los solicitantes de protección internacional esperen en México mientras su solicitud era procesada en los tribunales de migración. 

Aunque con el MPP las solicitudes de asilo eran tardadas y su proceso implicaba tortuosas esperas en ciudades fronterizas mexicanas, aun así el proceso continuaba. Con el Título 42, se impidió de manera tajante el ejercicio del derecho humano a la protección internacional. Según las estadísticas de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos, en los 3 años que van de la pandemia, han sido registrados más de dos millones y medios de devoluciones por la vía del Título 42, una proporción similar a las asentadas según la normativa migratoria. Además de eso, reportes de organizaciones internacionales han señalado una inmensa cantidad de agresiones y violencias hacia migrantes en ciudades fronterizas que han sido devueltos por la vía de estos mecanismos. De manera que, tanto el MPP como el Título 42 han sido denunciados como violatorios de derechos humanos.

A pesar de que se han hecho esfuerzos enormes de vacunación alrededor del mundo y que se han logrado bajar los índices de mortalidad a causa del Covid-19, y aunque la comunidad epidemiológica no ha dejado de repetir que estas medidas son ineficaces para el control de la enfermedad, el Título 42 sigue vigente al día de hoy. La administración de Biden ha hecho varios intentos para terminar con el Título 42, sin embargo, dichos esfuerzos se han entrampado en una serie de disputas judiciales. En ese mismo orden de ideas, el gobierno norteamericano ya ha anunciado sus intenciones de terminar en el mes de mayo con la declaratoria de emergencia de salud en ocasión del Covid-19, lo que implica una automática cancelación de este ordenamiento. 

Que se termine con la emergencia de salud y, por tanto, con el Título 42, no quiere decir que los mecanismos restrictivos para aquellos solicitantes de protección internacional vayan a esfumarse. Este anuncio no representa de ninguna manera una llama de esperanza para la población que solicita asilo en Estados Unidos –tal como sí ocurrió con la llegada de Biden al poder y su discurso empático con la comunidad migrante a diferencia que el de su antecesor; esperanza, por cierto, que terminó instalada como forma de campamentos precarios al borde de la frontera–, pues ya se han tomado medidas que complican la solicitud de protección internacional.

Una de esas medidas implica la implementación de una especie de muro digital pues la programación de una cita para solicitar asilo ahora debe hacerse a través de una aplicación de la agencia de Aduanas y Protección Fronteriza. Se han reportado múltiples errores y fallas en dicha aplicación y en buena medida la dificultad para obtener una cita por esa vía ha sido el motivo por el que hace unas semanas cientos de migrantes desesperados intentaron entrar por la fuerza a Estados Unidos en Ciudad Juárez.

Hace poco, una defensora de derechos humanos de migrantes mencionó en una conferencia que esto ha ido cada vez en mayor detrimento del bienestar emocional de los migrantes en tanto se solicitan datos de antemano. En ese sentido, un problema que viene aparejado es la recopilación gratuita que se hace de los datos de las personas migrantes. Dicha aplicación convierte en datos digitales las vidas de las personas que están siendo desplazadas por las diversas violencias en los regímenes de opresión contemporáneos. Es a través de la datificación de estos desplazamientos que se comienza a moldear una nueva forma de control migratorio, pero ahora digital. Al día de hoy es imposible saber los alcances de la recopilación de esta información, pero debería ser un motivo de alerta en términos de derechos humanos.

Dr. Juan Antonio Del Monte Madrigal

El Colegio de la Frontera Norte