La transición energética en México

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jueves 17 de febrero de 2022

El siglo XXI abre con una irrupción visible en el equilibrio ecológico por la actividad humana que se desarrolla bajo un contexto sociopolítico abundante de paradojas, contradicciones y aparentes problemas superficiales que tienen sus raíces engarzadas en la infraestructura de los estados y sociedades y un modelo de producción basado en el crecimiento perpetuo, cuyas materias primas son limitadas. En este contexto, la investigadora de El Colegio de la Frontera Norte (El Colef), Gabriela Muñoz Meléndez, colabora en el libro Los Desafíos de la Economía Mexicana, en el que analiza el particular caso de México y su transición energética, a contraluz de algunos otros países de la esfera industrial.

Muñoz enmarca la ya mencionada encrucijada desde las primeras páginas, haciendo énfasis en la certeza científica de que los principales recursos energéticos, en un futuro cercano, alcanzarán su cénit para después decrecer: “Debe agregarse que al cénit de producción de (petróleo) crudo un escenario sobradamente probable es que existirán reservas remanentes, incluso vastas, y la producción continuará e irá decreciendo de manera paulatina”.  Señala, además, las cualidades catastróficas de un potencial agotamiento, basándose en experiencias previas de este tipo de sucesos en diferentes estados: “(…) la crisis del petróleo iraní en 1979, el colapso del precio en 1986, la guerra iraquí en 1991(…)”.

Para terminar de perfilar esta introducción, apunta a la disparidad existente entre los países con una abundancia de recursos energéticos (petróleo, gas, etc) que, sin embargo, se encuentran subdesarrollados económica y políticamente, en contraste con aquellos países áridos de estos mismos recursos, pero con un desarrollo superior. En estos tres ejes, Muñoz cimenta la infraestructura textual del capítulo.

Sucesivamente, nombra y analiza algunos modelos estadísticos que, a lo largo, de la historia, han intentado medir (y predecir) el comportamiento de las transiciones energéticas, con la introducción de nuevas tecnologías en el mercado energético. Debido a las imprecisiones mostradas por la mayoría de ellos, finalmente se decanta por el modelo de Fisher y Pry, aunado al modelo de escenarios hipotéticos y metodología gráfica diseñado por Grüber y Nakicenovic. A partir de este modelo, analiza rigurosamente el proceso de transición energética mexicana.

El cronograma, trazado desde finales del siglo XVIII, hasta inicios del XXI, analiza la afluencia e importancia de los combustibles, respectivamente, basados en biomasas, el carbón mineral y el petróleo crudo, esta última constituyéndose en nuestros tiempos como la fuente dominante, cuya superación plantea el mayor reto para la transición energética a través de la LTE (Ley de Transición Energética). Aquí la autora señala las dificultades a las que se enfrentan tanto el gobierno como la sociedad mexicana, pues algunos de los objetivos primarios de la LTE no se han cumplido como estaba previsto, lo que dificulta la consecución de los objetivos posteriores: “No obstante y una consideración que parece tomarse a la ligera, es que el cumplimiento de las metas de incorporación de fuentes renovables está en función del estado de la red eléctrica a la que se conecta, y el estado actual del sistema energético es de rezago tecnológico e infraestructura envejecida (…)”.

A modo de conclusión, la autora invita al aparato mediático social (especialmente a la opinión pública) a mesurar las expectativas en torno a la posibilidad de una transición energética profunda durante las próximas 2 o 3 décadas. En su artículo se demuestra que México, a pesar de los avances, todavía se encuentra frente a una industria energética en estado germinal, que además varía de región a región, incapaz de ofrecer una infraestructura sólida, que pueda soportar la estructura de la transición hacia fuentes alternativas, acaso renovables, incluyentes y ecológicas.

Remarca, a su vez, que la industria de la producción eléctrica no es la única involucrada en la Transición Energética; en ella, interviene la producción agrícola, el sector de servicios básicos y de transporte, entre otros. En este contexto, la Transición se enfrenta a una amplia cantidad de retos logísticos y productivos, que irán ampliándose conforme aparezcan en el horizonte nuevas y más modernas formas de energía. En general, y aun con los obstáculos superados, la transformación energética mexicana se encuentra en un territorio inestable, difícil de predecir mediante modelos clásicos y difícil de imaginar a nivel sociopolítico.

En general, la contribución académica de la doctora nos invita a plantearnos, de manera colectiva y dialógica, fuentes de producción energética alternativa, que puedan sostenerse económica y ecológicamente de cara al futuro.

La publicación digital se encuentra disponible a través de: http://ww.ucol.mx/publicacionesenlinea/?docto=513

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