La situación de la mujer en la industria maquiladora en Tijuana.

Regresar a Este mes

jueves 13 de marzo de 2014

Para esta sección entrevistamos a la Dra. Marlene Solís, investigadora del Departamento de Estudios Sociales de El Colegio de la Frontera Norte, sobre la situación en la que se hallan las mujeres que laboran en la industria maquiladora, en conmemoración al Día Internacional de la Mujer, que se celebró el pasado 8 de marzo.

La industria maquiladora es la más importante en la frontera norte de México y da trabajo a gran parte de la población, sin embargo las relaciones de poder tanto en las estructuras económicas, políticas y hacia dentro de la familia ponen a la mujer en situación de desventaja, aunque a lo largo de los años la mujer ha luchado por la igualdad de condiciones con el género masculino.

La Dra. Solís ha estudiado el tema de la situación laboral de la mujer en la maquiladora desde 2006: “es un sector de la población que ha resentido particularmente las crisis económicas que hemos vivido en la región”, debido a la crisis económica de Estados Unidos que afectó a toda la frontera; “en el sector  de las maquiladoras, un indicador de la crisis de la caída de la actividad económica fue el cierre de varios establecimientos de industrias de exportación, entonces uno de los problemas que han tenido las trabajadoras es la falta de empleo”.

Señaló que las estrategias que han emprendido las empresas han implicado un deterioro de la calidad del empleo y ha observado que es más difícil ser contratada por tiempo indefinido lo cual se traduce en mayor inestabilidad en el empleo y una pérdida de los salarios.

Agregó que a ello se suman los problemas en el hogar, la calidad de migrantes de muchas mujeres y las acciones que han tenido que emprender para obtener vivienda y, debido a la precariedad en el empleo, muchas han perdido sus las casas que obtuvieron por crédito.

Hubo un tiempo en que la industria maquiladora contrataba principalmente mujeres, debido a que los administradores de las empresas decían que las mujeres eran más dóciles y más hábiles con el trabajo de ensamble, en el cual se empelaban principalmente las manos, e implicaba menos esfuerzo físico; sin embargo, “con los años, los hombres empezaron a ingresar al mismo nivel, en el año 2006 eran casi 50% hombres y 50% mujeres, claro, hay empresas donde hay más presencia femenina como en la industria electrónica”, aclaró.

A pesar de esa situación, “las mujeres sí ocupan los puestos que tienen menor remuneración y los hombres se encuentran en puestos técnicos y realizan tareas de este tipo, por ejemplo, como en la administración, en la parte superior de la pirámide”.

La doctora explicó que este sector de la población rompe con la dinámica de la mujer que está ceñida al hogar el papel en la sociedad donde juega el rol de ama de casa, “porque empiezan las mujeres a participar en el mercado de trabajo remunerado”.

Una de las preguntas que se ha reflexionado a lo largo de los años,  desde los años de 1970 cuando se dio esta entrada masiva de mujeres a estos mercados de trabajo, es cómo ha configurado la industria maquiladora a la identidad de la mujer; a diferencia de las mujeres que estudian y construyen una vocación, las mujeres de la maquila se ven obligadas a realizar esta labor debido a que necesitan dichos ingresos, porque los ingresos por parte del hombre no son suficientes para el sostenimiento de la familia.

La discusión sobre cómo le dan significado las mujeres a estos espacios que aparentemente son más masculinos, “llevaba a preguntarse si estar empleada en una empresa maquiladora significaba un proceso desde el feminismo de lo que llamamos el ‘empoderamiento’, es decir, si llevaba a que las mujeres tomaran conciencia del papel que estaba jugando en la sociedad y si se podían valorar a ellas mismas y ganar en autonomía, en independencia, en capacidad, para negociar con la pareja y en general con la comunidad, mejores condiciones de vida y un acceso al desarrollo, que eso era una de las preguntas”, dijo.

Una de sus conclusiones a las que llega es que trabajar en la maquiladora “es todo una experiencia que implica ganar muchos recursos para las mujeres, […] ha influido en que las mujeres sean más autónomas, tengan mayor capacidad de decisión, se puedan mover más en sus espacios, pero al mismo tiempo se observa que son trabajos muy precarios que pueden traer situaciones contradictorias, algunos conflictos con la pareja, violencia en el hogar, precisamente porque la mujer es más independiente, y en ocasiones algunas situaciones de exclusión social”.

“Hay situaciones en la fábrica en que las mujeres tienen que asumir un rol más masculino en la fábrica para permanecer en el trabajo”, ellas se ven enfrentadas y saben negociar y cómo comportarse.

Indicó que hay un sector de las mujeres que trabajadoras que consideran su sueldo como complementario al del hombre y que considera que puede ajustarse a la dinámica del hogar tomando al esposo como proveedor, “estas mujeres son distintas a las que se consideran proveedoras”, esto es algo que se ha estudiado en todas partes.

Hay contradicciones que se dan cuando las mujeres trabajan por necesidad y donde el padre también está ausente, por trabajo u otra situación, y donde los hijos resultan afectados: estas mujeres “tienen que desarrollar una ‘doble presencia’, una habilidad para mantenerse presente con los hijos y no descuidar el trabajo”.

Finalmente, la doctora hizo la invitación a las mujeres a conocer sus derechos laborales para entender los nuevos cambios debido a la reforma laboral, a acercarse a las organizaciones como Ollin Calli que se dedica a tratar los casos que afectan los derechos laborales de los trabajadores de maquiladora principalmente.

Redes sociales

Si deseas recibir las novedades de El Colef SUSCRÍBETE

Plataforma Nacional de Transparencia
SIPOT-El Colegio de la Frontera Norte, A.C.
SIPOT-Fideicomiso de Investigación El Colegio de la Frontera Norte