Como parte de las actividades externas de la comunidad académica, El Colef informa que el Dr. Miguel Olmos Aguilera asistió al Evento Estratégico Académico, el cual se llevó a cabo del 28 al 31 de agosto en la ciudad de Saltillo, Coahuila, para su presentación: «La memoria de las máquinas: reflexiones sobre el patrimonio industrial desde lo intangible».
En su ponencia habló del patrimonio en las relaciones de producción y explotación como parte de la memoria industrial y de los elementos a considerar en el análisis del patrimonio de la industria. Tomó como ejemplos la cervecería Tecate y la estación de ferrocarriles.
El patrimonio cultural se encuentra, en parte, en la memoria colectiva. El conjunto de imágenes y bienes que lo conforman muestran su trayecto y contenido simbólico, presentándose como arquetipos de un cultura y época determinadas.
En su ponencia, el Dr. Olmos define patrimonio a partir de su etimología como aquello que se hereda, “que hace las veces de protector y de garante de la continuidad cultural”, esto se refiere a la riqueza o bien común heredado por los antepasados. El patrimonio es, a su vez, un constructo cargado de un mecanismo de ficción dependiente de la idiosincrasia.
Además, hace una diferenciación entre las elaboraciones colectivas de las sociedades tradicionales, y los constructos ideológicos implementados en las sociedades industriales. Para definir entonces lo que es un patrimonio cultural, partimos de conceptos como el carácter artístico, el de antigüedad y de autenticidad.
“El patrimonio industrial evoca una época empresarial de manufactura”, definidos actualmente bajo criterios de belleza de un mercado capitalista. Sin embargo, dicho patrimonio se encuentra en un estado de proceso acelerado por las nuevas tecnologías. Bajo este contexto, la estética cultural no alcanza a resguardarse en la memoria colectiva.
Para el Dr. Olmos, los museos de antropología son un ejemplo de cómo el patrimonio cultural no se trata de la museografía o la calidad de los objetos, sino de exponer el patrimonio dominante, que muestra los momentos históricos de colonización y genocidio. Sin embargo, al comparar las ciudades mesoamericanas con las zonas urbanas del noroeste del país, vemos que “los símbolos urbanos patrimoniales de las ciudades norteñas tuvieron una consolidación muy tardía, y sus bienes patrimoniales urbanos son igualmente recientes, salvo los templos y capillas como productos de la evangelización temprana”.
El patrimonio industrial, al margen de la lógica capitalista, es apropiada por la ideología de Estado. Asimismo, son las nuevas tecnologías las que han acelerado el procedimiento de reconocer este tipo de patrimonio, dominante y colonizador.
En el caso particular de Baja California, las bodegas de Santo Tomás, la cervecería Tecate y su estación ferroviaria son un claro ejemplo de dicha transición del concepto de patrimonio. Los tres lugares han sido incluidos por el INAH dentro del catálogo de Monumentos Históricos, al mismo tiempo que son «un ejemplo para reflexionar en las relaciones desiguales, de explotación, de dominación y de corrupción ocultas en el ejercicio de poder entre clases sociales”. Esto indica que esa definición patrimonial se decide no por la cultura, sino por por el colonizador “como prolongación de su hegemonía”.
